El Patient Blood Management (PBM), traducido al castellano como Gestión de la Sangre del Paciente (GSP), consiste en una estrategia multidisciplinar centrada en preservar y optimizar la masa eritrocitaria del paciente, evitando transfusiones innecesarias y empleando de manera racional las intervenciones medicoquirúrgicas disponibles basándose en la mejor evidencia disponible. Para ello, el PBM se centra en tres pilares con más de 100 intervenciones descritas: manejo comprensivo de la anemia (detección y tratamiento), minimización de pérdidas sanguíneas innecesarias o iatrogénicas (hemostasia medicoquirúrgica y estrategias de conservación de la sangre) y optimización de la tolerancia fisiológica a la anemia y prácticas racionales de transfusión (umbrales de transfusión restrictivos, optimización de la hemodinámica y del consumo/transporte de oxígeno)1,2.
La implantación del PBM es coste-efectiva y asocia una reducción de hasta el 39% de transfusiones sanguíneas, junto con una disminución de la mortalidad y de las complicaciones asociadas a la transfusión (estancia hospitalaria, reingresos, tasas de infección y fracaso renal, entre otras)1,3,4. Tales son las ventajas de los programas de PBM que la Organización Mundial de la Salud y el Consejo de Europa recomiendan su implantación. Sin embargo, la realidad es que la penetración de dichas recomendaciones es muy heterogénea en nuestro país3. A ello habría que sumar el hecho de que los hemocomponentes y los hemoderivados son un recurso cada vez más limitado y que el uso inadecuado de ellos supone una falta de respeto al espíritu altruista de la donación de sangre en España.
Es por ello que consideramos que se trata de una cuestión de responsabilidad civil y profesional la creación de la figura de la «Coordinación» del PBM para cada centro hospitalario, al igual que las ya existentes y funcionantes figuras de coordinación de los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA) o de la coordinación de trasplantes, y, en consonancia, con el ya existente programa nacional de Maturity Assessment Model in PBM (MAPBM).
Se trataría, en definitiva, de una figura que trabajaría en dos frentes: formación y asesoramiento clínico en PBM a nivel intrahospitalario. Supondría una compleja labor que involucraría de manera transversal a múltiples especialidades tanto médicas como quirúrgicas con el objetivo de optimizar y racionalizar el uso de hemocomponentes y hemoderivados en los pacientes ingresados, ya sea en plantas de hospitalización, en áreas de urgencias y, sobre todo, en unidades de críticos, donde hemos podido observar en un estudio publicado en MEDICINA INTENSIVA que la práctica transfusional es muy heterogénea y susceptible de ser optimizable, máxime en el paciente crítico crónico5.
Que dicha labor recaiga sobre un especialista en Medicina Intensiva es una cuestión de actitud y compromiso. ¿Nos posicionamos?
FinanciaciónLos autores confirmamos no haber tenido financiación alguna a la hora de elaborar este manuscrito.
Conflicto de interesesLos autores confirmamos no tener conflicto de intereses alguno a la hora de elaborar este manuscrito.