Tras la lectura del artículo de Ricardo Ramírez et al. sobre el diagnóstico y las características del delirium en una población pediátrica de 5 a 14 años de edad1, coincidimos con los autores sobre la relevancia de esta alteración neurológica altamente prevalente, y que cuenta con una importancia frecuentemente infra estimada para la evolución y el pronóstico de los pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos pediátricos (UCIP).
No obstante, nos gustaría señalar que el uso de la escala pCAM-ICU, si no se realiza de manera repetida y sistemática puede llevar a la infraestimación de la prevalencia del delirium por tratarse de un trastorno fluctuante, no solo en el nivel de consciencia sino también en la característica alteración de la atención. Los autores no especifican cuántas veces al día ni durante cuántos días se realizó el despistaje del delirium. La escala Cornell Assessment of Pediatric Delirium (CAPD) es una escala validada, con una sensibilidad y especificidad excelentes y que capta bien dichas fluctuaciones por realizarse tras una valoración continuada de entre 8 y 12h2, y puede suponer una buena alternativa.
Nos parece destacable que, en la muestra analizada y tras un análisis multivariante, no se haya encontrado que las benzodiacepinas se asocien a un mayor riesgo de sufrir delirium. Este hallazgo entra en clara contradicción con la literatura publicada hasta la fecha3,4, siendo llamativo que no se aborde en la discusión.
Es reseñable la falta de mención a la evaluación del síndrome de abstinencia iatrogénico, enfermedad estrechamente relacionada con el delirium por presentar unas características similares al delirium hipoactivo y suponer uno de los principales diagnósticos diferenciales del mismo5.
La fisiopatología del delirium es compleja y poco conocida lo que hace que su diagnóstico sea en ocasiones difícil, haciéndose necesario mantener un alto nivel de sospecha.
En conclusión, aunque coincidimos con los autores en la necesidad de la evaluación rutinaria de la presencia de delirium en los pacientes ingresados en las UCIP dada su elevada prevalencia y su relación con la mortalidad, las secuelas a medio-largo plazo y la estancia y gasto hospitalarios, consideramos que tener en cuenta datos como los que señalamos puede aportar luz en la identificación de la prevalencia y los factores de riesgo de este trastorno en futuras publicaciones.