Al hilo de la interesante editorial de Estella et al., en MedicinaIntensiva sobre los cuidados paliativos en el paciente crítico, nos gustaría hacer algunas reflexiones1.
Desde hace años los profesionales sanitarios aceptamos que los objetivos de la medicina van más allá de la curación de nuestros pacientes, englobando los cuidados al final de la vida entre nuestras tareas, por lo que resulta muy pertinente abordar este objetivo en el ámbito de la MedicinaIntensiva.
De todos es sabido que un alto porcentaje de nuestros pacientes dejan de tener opciones curativas y sus tratamientos se reorientan hacia la comodidad y el bienestar2. De estos, un alto porcentaje dependen de tratamientos de soporte vital cuya futilidad en un determinado momento de su evolución hacen que sea necesario retirarlos, conduciendo indefectiblemente al fallecimiento del paciente en un breve periodo de tiempo como consecuencia de la evolución natural de su proceso. A este grupo de pacientes, desde hace unos años, se les está proponiendo tanto a ellos (en aquellos casos que es posible) como a sus familias la posibilidad de ser donantes de órganos y tejidos una vez se certifica el cese irreversible de las funciones circulatorias. En la actualidad esta nueva vía de donación supone casi un 25% del total de los donantes de órganos en España, y según los registros de nuestra comunidad este año supone ya el 28,3% de los donantes.
Con el planteamiento de la donación de órganos y tejidos al final de la vida de nuestros pacientes, en aquellos casos cuyas condiciones médicas lo permitan, no solo estamos preservando el derecho de nuestros pacientes a poder ser donantes de órganos y tejidos, sino que estamos haciendo posible el trasplante de miles de personas que necesitan estas terapias para continuar viviendo o mejorar significativamente su calidad de vida. La opción de donar al final de nuestra vida debería ser planteada por toda la ciudadanía; si bien, los profesionales sanitarios como expertos en la materia, tendríamos que informar, asesorar e incorporar esta opción dentro de la planificación vital anticipada de nuestros pacientes.
Los servicios de medicina intensiva (SMI) de nuestro país son los artífices del modelo español de trasplantes de órganos y tejidos. Esto es así porque el trabajo de sus hacen posible ejercer ese derecho a la donación de miles de pacientes. Gracias a ese esfuerzo multidisciplinar, conseguimos que nuestros ciudadanos se encuentren en el país del mundo con una mayor posibilidad de acceso al trasplante en caso de necesitarlo. Para continuar siendo el pilar del modelo español de donación y trasplantes, además de tener que mantener el excelente proceso de detección, diagnóstico y mantenimiento de la muerte encefálica en los SMI, debemos incorporar a la mayor brevedad posible (sin aún no lo hemos hecho) los cuidados intensivos orientados a la donación, la donación en asistolia controlada y no controlada con la colaboración de los equipos de emergencias extrahospitalaria, así como la detección de donantes multitejidos3–5.
Por último, recordar a los profesionales que atienden pacientes al final de sus vidas que el derecho a donar de estos se debe acompañar de la obligación por parte de los profesionales sanitarios de plantear dicha opción en todos los escenarios posibles, con ello respetaremos la autonomía de nuestros pacientes y haremos posible unos tratamientos sin cuya participación serían inviables.
Queremos reconocer y agradecer el trabajo de todos los intensivistas españoles en el proceso de donación y trasplantes. Ellos son la columna vertebral del «modelo español» de trasplantes.