Le conocí hace más de 45 años y hemos caminado juntos la mayor parte de ellos. Coincidimos siendo alumnos en el Servicio de Cardiología del Hospital Clínico de San Carlos (UCM), él en los últimos cursos y yo uno o dos cursos menos. Luis Harguindey y Antonio Conde nos enseñaron generosamente cuanto sabían, de forma altruista, y fueron tutores exigentes, docentes excelentes y de trato amable.
Ya entonces Antonio destacaba por sus conocimientos, su energía, capacidad de trabajo, dotes de liderazgo y humanidad con el paciente y su familia. Trabajamos en Cardiología y en Urgencias, aprendiendo mucho con él. Vuelvo a ver nítidamente en mi memoria pacientes que atendimos juntos y conocí de primera mano su interés por la docencia, sobre todo en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico, donde la Fisiopatología y las técnicas de diagnóstico y tratamiento novedosas eran el núcleo de la formación y ahí destacaba Antonio sobradamente. Eloy Corral, Rafa Suarez, Andrés Esteban de la Torre y Juan Miquel Servet entre otros, contribuyeron significativamente a su formación y trabó con ellos una excelente amistad, así como con José Luis de la Serna, que se ha mantenido décadas.
César Pedrosa y sus colaboradores, vecinos en la misma planta de la UCI, nos mostraron todo lo que podía hacer la especialidad de Radiología en el diagnóstico del enfermo crítico y generó en Antonio un marcado estímulo, que cristalizó en el desarrollo de procedimientos para el diagnóstico por imagen, como se reseña a continuación.
La investigación clínica fue una de sus áreas preferidas especialmente en lo referente a la cardiopatía isquémica y al tromboembolismo pulmonar, por citar las más relevantes, con publicaciones fundamentales en ese campo1,2. Posteriormente, con una beca del Fondo de Investigaciones Sanitarias y ya en el Hospital de Jerez, diseñó un procedimiento novedoso, la videoangiografía a pie de cama, supliendo el déficit diagnóstico en los muchos hospitales carentes de arteriografía pulmonar.
Desde su llegada al Hospital de Jerez impulsó la participación del equipo médico de la UCI en los Órganos de Gestión (Junta de Gobierno y Junta Facultativa) así como en las Comisiones de Infecciones, Farmacia, Investigación y Bioética, entre otras, contribuyendo así a generar alianzas con otros Servicios y con beneficios recíprocos.
Amplió progresivamente la cartera de servicios de la UCI para paliar los déficits del Hospital, iniciando en la década de los 80 la implantación de dispositivos de estimulación cardiaca permanente, la realización de gastrostomía endoscópica percutánea, la videoangiografía pulmonar a pie de cama, ya citada, la implantación de filtros en vena cava inferior, el código ictus y tantos otros.
Fomentó e impulsó el perfeccionamiento profesional del equipo médico, facilitando el desarrollo en las distintas áreas preferidas por cada cual, consiguiendo así un grupo cohesionado con elevado nivel de conocimientos especializados y mejorando el funcionamiento global. La Unidad de Investigación Experimental ha permitido la realización de numerosas tesis doctorales tanto a médicos adjuntos como residentes, generando publicaciones de alta calidad en revistas nacionales e internacionales, obteniendo premios y distinciones. La formación de residentes fue una prioridad para Antonio, exigiendo dedicación y resultados, sin escatimar medios materiales para estancias en hospitales nacionales y de otros países, estimulando la realización de tesis doctorales durante el periodo de residencia3.
Estos fueron los motivos por los que muchos residentes optamos por el Hospital de Jerez para formarnos como especialistas en Medicina Intensiva. De hecho, en la celebración del 40 aniversario de la UCI la asistencia de casi 40 antiguos residentes demostró la solidez de los lazos humanos y científicos establecidos, resistentes al paso del tiempo y a la natural dispersión geográfica.
Consideró siempre a la enfermería en alta estima, valorando mucho su trabajo y realizando múltiples actividades de formación para dar a conocer las nuevas técnicas o terapias.
Antonio aportó todo el entusiasmo, la capacidad de innovación y liderazgo, el compromiso infatigable con la docencia pre y posgrado, el desarrollo de la gestión arquitectónica y clínica de la UCI y también de la nueva Sección de Urgencias cuando pasó a depender orgánicamente del Servicio de Medicina Intensiva.
De Antonio aprendimos que un jefe ha de ser un modelo a seguir, que el rigor en esta especialidad sólo se obtiene con esfuerzo, que la toma de decisiones para ser prudente ha de estar fundamentada en los valores de los pacientes, y que el trato más humano marca la diferencia camino a la excelencia en la relación clínica.
Su ingreso en nuestra UCI ha resultado una experiencia muy dura para todos, vino a impartirnos su última gran lección de la que hemos aprendido lo necesario que es trabajar en equipo, su «vieja guardia» compuesta por los profesionales que tuvimos el honor de formarnos bajo su tutela nos unimos para su atención, otros tantos compañeros siguen hoy dando la cara en duras jornadas de trabajo, vienen a coger el relevo profesional de esta generación de intensivistas que tanto hicieron por la especialidad.
Las UCI afrontan los días más duros de su historia dejándose la piel por los enfermos críticos, ejerciendo un liderazgo callado4 por soportar la presión a la que han sometido a nuestros hospitales.
Estas son algunas, las más relevantes, señas de identidad de su extenso legado. Ayudó a muchas personas, pacientes o no, que tenían problemas de múltiple índole y fue muy generoso con su tiempo y recursos, sin esperar compensación o ventajas. Fue para los que le conocimos un maestro único del que aprendimos la figura de un médico humano que entregó su vida a la profesión con gran generosidad y esfuerzo por los pacientes. El destino te llevó a morir en la que fue tu casa durante toda una vida, la UCI del Hospital Universitario de Jerez.
Queremos terminar con una reflexión de Michel Rostain (director de orquesta, escritor y premio Goncourt 2011 a la primera mejor novela, que perdió a su único hijo, a los 21 años, de una fulminante enfermedad infecciosa) y dice así: «Las personas no se marchan cuando fallecen si permanecen en nuestro recuerdo, donde pueden seguir viviendo tanto como nosotros».
Al director y equipo editorial de la revista Medicina Intensiva por el reconocimiento en forma de ofrecimiento a honrar la memoria del Dr. Jareño en la revista Medicina Intensiva.