El ahogamiento se considera un «asesino global», al que no se presta la atención necesaria1. En España, es responsable del 13% de la mortalidad infantil por lesión, siendo la segunda causa de mortalidad accidental, después de los siniestros de tráfico2.
Los ahogamientos son prevenibles y para ello se han emitido recomendaciones que han demostrado su eficacia, como la supervisión de los niños, la presencia de socorristas, la información y señalética, la protección de espacios acuáticos y el uso de dispositivos flotantes adecuados, como el chaleco salvavidas1–4. En países con gran tradición en socorrismo, como Australia, los programas educativos han mostrado resultados positivos en cuanto a aprendizaje y prevención5. Sin embargo, según nuestro conocimiento, ningún estudio en España ha analizado los contenidos y la metodología más apropiados para introducir la prevención del ahogamiento en la educación escolar. Por tanto, nuestro objetivo ha sido evaluar un programa piloto en educación infantil orientado a la comprensión, el aprendizaje y el recuerdo de las medidas que pueden prevenir un ahogamiento.
Se incluyó una muestra de 26 alumnos de educación infantil (5 años) de un colegio pontevedrés. Todos ellos eran usuarios habituales de playas y piscinas, pero ninguno había recibido formación académica u de otro tipo sobre el ahogamiento.
Se planteó un diseño cuasiexperimental. Los participantes fueron divididos en 2 cohortes: un grupo control (GC; n=12), que no recibiría ninguna formación, y un grupo experimental (GE; n=14), en el que se aplicaría el programa de prevención del ahogamiento. Los datos fueron tratados de forma anónima y la totalidad de los padres dieron su consentimiento informado por escrito.
El material educativo fue elaborado por un equipo multidisciplinar de médicos, educadores infantiles y socorristas. Se optó por un cuento infantil ilustrado y basado en un personaje de 5 años, titulado Xoana va a la piscina y Xoana va a la playa. El proyecto formativo duró una semana.
Para la evaluación del aprendizaje se diseñaron 2 fichas, una para cada medio (playa y piscina) (fig. 1). En cada una existían elementos que promueven la seguridad (chaleco salvavidas, bandera verde, socorrista, adulto supervisando, valla de seguridad) y elementos potencialmente peligrosos (zambullida de cabeza, bandera roja, bandera amarilla, comer antes de nadar o usar flotador), de acuerdo con las recomendaciones científicas al respecto1,2. Se realizaron tanto análisis intergrupo (GC vs. GE) como intragrupo (GC vs. GC y GE vs. GE) en 3 momentos: antes de la formación (T0), al finalizar la formación (T1) y al mes, para verificar el recuerdo (T2).
La variable dependiente fue el resultado (%) de aciertos menos fallos, en cada uno de los test. La ecuación usada fue: (Σ%aciertos−Σ%fallos=% conocimiento de la prevención en piscina), (Σ%aciertos−Σ%fallos=% conocimiento de la prevención en playa) y para la valoración global de la prevención acuática fue: ([% conocimiento de la prevención en piscina+% conocimiento de la prevención en playa]/2). Para el análisis estadístico se usó el programa IBM SPSS para Mac, versión 20 (IBM Corp., Armonk, N. Y., EE. UU.). Se realizaron las siguientes pruebas: 1) la verificación de la normalidad de la muestra se realizó mediante el test de Shapiro-Wilk; 2) para el análisis intragrupo se usó el test U de Mann-Whitney; 3) en la comparación intergrupo se usó la prueba t de Student para muestras independientes o el test de Friedman cuando no se cumplieron los supuestos de normalidad. Se estableció un nivel de significación de p<0,05 para todos los análisis.
Hemos observado que los conocimientos de estos niños de educación infantil son bajos en T0 tanto en piscina como en mar (entre un 6 y un 37% de acierto).
Después de haber recibido la formación, el GE mejora significativamente en el T1 en comparación con T0 tanto en piscina como en playa (p<0,001). Analizando el valor global de la prevención acuática, el GE supera en un 55% al GC (97,29±7,22 vs. 42,32±22,39, respectivamente; p<0,001). Después de un mes (T2), el GE sigue obteniendo mejores resultados en piscina (p=0,001) y en playa (p<0,001), y en la valoración global de la prevención acuática el GE supera al GC en un 41% (89,79±10,68 vs. 48,39±17,15, respectivamente; p<0,001). El análisis intragrupo muestra una mejoría clara entre T0 y T1 con estabilización del aprendizaje en T2 (tabla 1).
Resultados de la evaluación en conocimiento para la prevención del ahogamiento en las diferentes fases del estudio
n=26 | |||||||||
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GC, n=12; (GE, n=14) | |||||||||
Piscina-T0 | Piscina-T1 | Piscina-T2 | ANOVA (test de Friedman) | ||||||
Media (DT) | IC 95% | Media (DT) | IC 95% | Media (DT) | IC 95% | a vs. b | a vs. c | b vs. c | |
GC | 27,14 (16,84) | 17,42-36,86 | 40,00 (29,71) | 27,49-61,80 | 48,57 (20,33) | 36,83-60,31 | 0,02 | 0,003 | 0,10 |
GE | 6,67 (27,41) | −24,08-10,75 | 96,67 (11,55) | 89,33-104,00 | 81,67 (19,92) | 69,01-94,33 | 0,001 | 0,001 | 0,03 |
Sig. | 0,03a | <0,001b | 0,001b |
Playa-T0 | Playa-T1 | Playa-T2 | |||||||
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Media (DT) | IC 95% | Media (DT) | IC 95% | Media (DT) | IC 95% | a vs. b | a vs. c | b vs. c | |
GC | 37,50 (23,51) | 23,92-51,08 | 44,64 (29,71) | 27,49-61,80 | 48,21 (20,72) | 36,25-60,18 | 0,26 | 0,03 | 1,00 |
GE | 25,00 (15,08) | 15,42-34,58 | 97,92 (7,22) | 93,33-102,50 | 97,92 (7,22) | 93,33-102,50 | 0,001 | 0,001 | 1,00 |
Sig. | 0,12a | <0,001b | <0,001b |
VPA-T0 | VPA-T1 | VPA-T2 | |||||||
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Media (DT) | IC 95% | Media (DT) | IC 95% | Media (DT) | IC 95% | a vs. b | a vs. c | b vs. c | |
GC | 32,32 (16,63) | 22,72-41,92 | 42,32 (22,39) | 29,39-55,25 | 48,39 (17,75) | 38,15-58,64 | 0,02 | 0,004 | 0,13 |
GE | 15,83 (17,03) | 5,01-26,66 | 97,29 (6,52) | 93,15-101,44 | 89,79 (10,68) | 83,00-96,58 | 0,001 | 0,001 | 0,09 |
Sig. | 0,02a | <0,001b | <0,001b |
ANOVA: análisis de la varianza; DT: desviación típica; GC: grupo control; GE: grupo experimental; IC 95%: intervalo de confianza del 95%; Sig.: significación; T0: test 0 preformación; T1: test 1 posformación; T2: test 2 tras un mes posformación; VPA: valoración global de la prevención acuática.
Diversos estudios indican que implantar estrategias de prevención del ahogamiento en el sistema educativo tiene efectos positivos para reconocer los desencadenantes del ahogamiento en edades vulnerables5,6. Nuestros resultados, aunque preliminares, muestran como una intervención sencilla pero bien orientada consigue generar aprendizaje y retención de lo aprendido a medio plazo en niños de tan solo 5 años. Estos datos deberían apoyar el diseño y la puesta en marcha de programas escolares amplios y sistemáticos para reducir los ahogamientos en nuestro medio.