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Vol. 40. Núm. 5.
Páginas 325-326 (junio - julio 2016)
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In memoriam: Dr. Antonio Tomasa
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C. León
Autor para correspondencia
cleong@telefonica.net

Autor para correspondencia.
, M. Soler, F. de Latorre, J. Klamburg
Emérito, Servicio de Medicina Intensiva, Cuidados Críticos y Urgencias, Hospital Universitario de Valme, Sevilla, España
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Sr. Director:

El Dr. Antonio Tomasa i Torrallardona falleció el pasado día 11 de febrero del 2016, en Barcelona, a la edad de 79 años. Nacido en Navarclés, se graduó en la Facultad de Medicina de Barcelona en 1962, trasladándose a su pueblo natal, para ejercer como médico rural, siguiendo los pasos de su padre, también médico del mismo pueblo. En el año 1964 decidió que su vocación era hospitalaria, y empezó a trabajar en la Residencia Sanitaria del Generalísimo Franco, actualmente Hospital General Vall d’Hebrón, de Barcelona. En aquella época era un hospital eminentemente quirúrgico, pero al disponer de una unidad de urgencias también atendía a pacientes médicos. Antonio Tomasa se incorporó como único médico internista, compartiendo su actividad con un cirujano el Dr. Busquets, 2 pediatras los Dres. Iglesias y Gracián, y una hematóloga la Dra. María Dolores Irriguible, con quien se casaría unos años después. En estos primeros años obtuvo el título de especialista en Cardiología, en la Escuela Profesional de Cardioangiología de Barcelona, creada por el Dr. Juan Gibert-Queraltó en 1952, y posteriormente los títulos de Especialista en Medicina Interna (1975), y el de Medicina Intensiva (1981), ambos concedidos por la Universidad Autónoma de Barcelona. Su tesis doctoral sobre «Shock séptico y coagulación intravascular diseminada» fue leída en la Universidad Autónoma de Barcelona en 1976, obteniendo una calificación de sobresaliente cum laude.

En 1968 el Profesor Agustín Pedro Pons, Catedrático de Medicina Interna, se trasladó desde el Hospital Clínic, al Hospital General Vall d’Hebrón, desarrollando la Escuela Profesional de Medicina Interna, integrándose dentro de este grupo, el Dr. Tomasa, en aquella época, médico de la plantilla de propio hospital. En 1969, dicho centro acogió a parte de la primera promoción de médicos internos y residentes (MIR), entonces 40 plazas para todo el país, que se incorporaron dentro del propio Departamento de Medicina Interna. El Dr. Tomasa entendió, que los pacientes graves requerían un manejo y un cuidado especifico, por lo que junto con algunos de los MIR, decidió hacerse cargo de ellos. El enfermo tenía que ser atendido siempre lo antes posible y, si estaba grave, no podía dejársele solo. Así, cuando era llamado a atender un enfermo en situación crítica, organizaba una «UCI» en la habitación: hacía que algún MIR se quedara atendiéndolo y conseguía alguna enfermera extra, etc. Un brote de cólera en la ciudad desarrollado entre julio y septiembre de 1971, obligó a acondicionar una planta del hospital, donde se agruparon estos pacientes. Este evento, y la experiencia previa en niños, condicionó la necesidad de formalizar aquellas iniciativas previas, por lo que se creó una unidad de cuidados intensivos para adultos, integrada dentro del propio Departamento de Medicina Interna, habilitando un área específica del hospital, y dotarla de equipamiento adecuado para aquellos tiempos. Ese mismo año, el Dr. Tomasa, que había sabido aglutinar, de manera sabia y certera, el entusiasmo y los esfuerzos de aquellos jóvenes médicos internistas (F. de Latorre, J. Figueras, C. León, J. Padró, R. Peracaula y M. Soler) en el manejo y cuidados de los pacientes críticos del hospital, se hizo cargo de la misma, como jefe de sección. Nadie podía imaginar la trascendencia de aquella decisión y actividad. El Dr. Tomasa, junto con otros pioneros (Dres. Schoendorff, Lozano, Manzano, Net, Esteban, Gómez Rubí, etc.) estaban poniendo los cimientos de lo que sería su gran obra: el inicio y desarrollo de los cuidados intensivos en nuestro país a los que estaría ineludiblemente unido el resto de su vida.

En 1980 fue nombrado jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, donde permaneció hasta su jubilación en 2003.

Entre los años 1972 y 1980, el Dr. Tomasa desarrolló una gran actividad, participando activamente en los primeros Congresos Nacionales de la Especialidad (Madrid, Cádiz, Pamplona, etc.), colaborando en la creación (1974) de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, y Unidades Coronarias (SEMIUC en aquella época, con menos de 200 miembros asociados) de la que sería secretario (1977-1979), y teniendo un papel clave e importante en el reconocimiento de una nueva especialidad: Medicina Intensiva (1978). Además, junto con los Dres. Net y Cavanilles, fundó en 1975, en el seno de la prestigiosa Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i Balears, la Associació Catalana de Medicina Intensiva (actualmente SOCMI), un foro que aglutina el intercambio científico de los intensivistas catalanes.

Otra de las grandes contribuciones del Dr. Tomasa a nuestra especialidad fue participar en la creación y desarrollo, en aquellos primeros difíciles años, de nuestra Revista de Medicina Intensiva. El primer director de dicha revista fue el Dr. F. Lozano Montón, siendo entonces el Dr. Tomasa, redactor jefe, y en 1997 sacaron a la luz el primer número, gracias al apoyo y soporte de la Editorial Idepsa. Unos meses después, tras el fallecimiento prematuro del Dr. Lozano, el Dr. Tomasa pasó a ser director, manteniendo este cargo durante 17 años, hasta 19931,2. Inicialmente editada con 4 números por año (29 artículos en 165 páginas), bajo su dirección aumentó progresivamente hasta llegar a 10, estando actualmente indexada en la bases de datos bibliográficos internacionales y siendo reconocida como órgano oficial de la SEMICYUC y de la FEPIMCTI.

En 1972 se inauguró el I Curso Monográfico de Doctorado de Cuidados Intensivos de la Universidad Autónoma de Barcelona, bajo la dirección del Prof. Balibrea y del Dr. Tomasa, curso que se mantiene en la actualidad, como curso de formación continuada. Tras 43 ediciones, se trata del curso de medicina intensiva más antiguo todavía en vigencia.

Mucho de lo que somos se lo debemos a otros. En la historia de la medicina intensiva, y por tanto de los intensivistas en nuestro país, ahora y tras 45 años de andadura, es justo reconocer la visión del Dr. Tomasa, que junto a otros pioneros, en distintos lugares de nuestra geografía, supo predecir la necesidad de crear y desarrollar, una nueva especialidad médica independiente, transversal y polivalente, que fuera capaz de dar una atención específica, continuada y de calidad a los enfermos graves. Este modelo español de medicina intensiva, actualmente referencia para otros países europeos, no hubiera sido posible sin personas como el Dr. Tomasa, que supieron intuir el impacto beneficioso que una atención médica estructurada y organizada podría tener en este grupo de pacientes específicos. Su contribución y papel en la implantación de la medicina intensiva en nuestro país, cuando casi no existía la medicina hospitalaria, es indudable, y tiene nuestro reconocimiento y profundo agradecimiento, por haber contribuido al desarrollo de un nuevo modelo de atención médica, que tanta influencia ha tenido en el manejo de los pacientes graves.

Profesionalmente, Antonio tenía un compromiso personal de mejora constante. Fue muy crítico, inquieto desde el punto de vista científico, y con gran capacidad de trabajo, lo que le permitió tener una marcada actividad asistencial, y un reconocimiento y especial afecto de los profesionales que compartimos con él muchos años de su actividad laboral. Tenía, además, un fuerte compromiso con sus pacientes, aplicando sus amplios conocimientos clínicos y éticos, a los que mimaba y trataba con cariño y deferencia. Enemigo de parabienes y felicitaciones, todos los que tuvimos la oportunidad y la suerte de poder trabajar a su lado, pudimos aprender de él, de su forma de ser no solo como persona, muy tranquilo, afable, respetuoso, buscando los aspectos positivos de todo, sino también como profesional; era un gran clínico, y sobre todo tenía mucho sentido común.

Su esposa María Dolores, con la que compartió más de 50 años de vida en común, significó una parte importante en su biografía. Sus hijos Teresa, Natalia y Antonio fueron para él un motivo continuado de orgullo y satisfacción.

El Dr. Tomasa fue un modelo de profesional y persona, cuyo ejemplo vivirá siempre entre nosotros. Su vida y trabajo ha sido, es y será un referente. Antonio, amigo y maestro, te queremos. Descansa en paz.

Financiación

Este manuscrito no ha tenido fondos de financiación.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Bibliografía
[1]
J. Ibáñez.
Presentación.
Med Intensiva, 18 (1994), pp. 1-2
[2]
J.A. Gómez Rubí.
Antonio Tomasa: 17 años de la vida de Medicina Intensiva.
Med Intensiva, 18 (1994), pp. 3-5
Copyright © 2016. Elsevier España, S.L.U. y SEMICYUC
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