Hemos leído los comentarios al artículo: «Algunas consideraciones sobre la ética del triaje en UCI durante la pandemia COVID-19»1.
Queremos destacar el marco histórico en el que se han realizado estas recomendaciones, de una gran dificultad y sin precedentes históricos similares.
Existen 2premisas fundamentales en la atención de crisis o urgencia: en primer lugar, el deber ético de planificar de las autoridades sanitarias para reducir la morbilidad, la mortalidad de un desastre emergente y, en segundo lugar, los principios éticos que deben prevalecer, basados en la justicia distributiva y en un criterio de proporcionalidad.
Esto lleva a que, en caso de desequilibrio entre las necesidades clínicas y la disponibilidad efectiva de recursos, se deba aplicar un sistema de triaje para maximitzar el bien global. Dado que el triaje es aplicado de forma previa al ingreso en las UCI por otros especialistas, nos pareció oportuno, por su practicidad, este sistema de triaje. Después han surgido algoritmos de triaje, como los del grupo de Sprung et al., en los que también se tienen en cuenta aspectos relacionados con el paciente, la gravedad del proceso clínico y la predicción de supervivencia2.
Nuestras recomendaciones no pretenden inducir discriminaciones por ningún motivo ajeno al juicio clínico, a la situación clínica del paciente y a las expectativas de supervivencia, como aconsejan en el documento del Ministerio de Sanidad3, sino alentar a los profesionales a reflexionar y ofrecerles unos criterios objetivos y consensuados por nuestra sociedad científica. De hecho, esto no es diferente de lo que se hace habitualmente en nuestras unidades de intensivos, donde en el momento del ingreso ya se determina qué soportes están indicados y cuáles no porque serán inútiles y porque su utilización no está justificada4.
Respecto al tema de la edad, se conoce que es un factor asociado a mortalidad en pacientes con SDRA por COVID-195 y, si bien es cierto que la edad no debe ser tomada en cuenta como estrategía única, sí que tiene un gran peso en los principales índices pronósticos. Debe tenerse en cuenta que ingresar en la UCI no siempre es sinónimo de supervivencia, como ha generado la expectativa de disponer en ellas de más ventiladores, ni del uso indiscriminado de estos últimos sin una reflexión sobre el beneficio, sobre las indicaciones y los riesgos, lo que podría conllevar situaciones de obstinación terapéutica.
Por último, debemos aclarar que las recomendaciones son flexibles, acotadas a la situación de pandemia y que deben ser reevaluadas de forma dinámica, en función de la evolución de la pandemia y de la disponibilidad de recursos. Por encima de todo, el criterio clínico siempre debe prevalecer, además de la voluntad y preferencia de los pacientes, por respecto a su dignidad.