En estos días han escogido plaza por el sistema de formación sanitaria especializada los nuevos Médicos Internos Residentes (MIR) en España, los profesionales que cuidarán en un futuro próximo de la salud de los pacientes críticos o potencialmente críticos de España.
A lo largo de estos años, a través de mi blog personal «Blog de Medicina Intensiva», muchos futuros residentes de intensivos contactan conmigo a través del correo electrónico trasladándome sus dudas acerca de la especialidad, que son muchas. En este sentido, me llamó muchísimo la atención, hace unos días, el correo de una madre de un futuro residente solicitándome ayuda, desesperada, porque su hijo había elegido la especialidad, pero que tras hacerlo no paraban de llegarle mensajes negativos sobre la misma desde distintos foros, motivos por los que había pensado en renunciar a ella: «que si es muy estresante», «que no les deja posibilidad para llevar una vida personal digna por el número de guardias y el estrés de las mismas», «que no serán capaces de estar al día en todo», «que si es una especialidad que va a desaparecer»….
¿Qué traduce todo esto? Pues una falta de información y un desconocimiento tremendo acerca de la especialidad. Yo llevo 23 años desde que tomé por primera vez contacto con la Medicina Intensiva y, año tras año, veo que los residentes que empiezan siguen con esta percepción.
Esta falta de conocimiento sobre la especialidad abarca distintos ámbitos, desde la población general, de hecho cuántas veces nos han preguntado en la calle nuestra especialidad y al responder intensivista la gente pone cara de extrañeza, hechos estos corroborados con algún trabajo ya publicado en esta revista1. Pero también, lo que es más grave, entre nuestros compañeros médicos, hospitalarios o no, que son los que se atreven a opinar en distintos foros. Esta falta de conocimiento ya la detectamos y lo publicamos en la revista de nuestra especialidad en 2008 donde apuntábamos que deberíamos trabajar con el resto de los profesionales médicos del hospital y que para ello era importante la participación en sesiones hospitalarias o la difusión de la cartera de servicios a todos los profesionales del hospital; concluyendo también que era nuestra obligación como intensivistas no solo difundir los contenidos y características de nuestra especialidad, sino también mejorar la interdisciplinariedad2.
Y yo me planteo, ¿qué puedo hacer como intensivista?, ¿qué puede hacer nuestra sociedad científica con el fin de que el conocimiento de nuestra especialidad por parte de la población general, del personal sanitario y de los futuros médicos residentes sea lo más ajustado a la realidad?
Pues, por mi parte, quiero dar mi máximo apoyo a los nuevos residentes de Medicina Intensiva que en estos días han elegido esta especialidad que los va a acompañar hasta el final de su vida laboral. Algunos me han expresado con mensajes a través de mi blog sus inquietudes, sus miedos, pero también, cómo no, sus ilusiones a la hora de escogerla. Recuerdo a uno que pasó por el hospital a preguntar, y una de sus cuestiones principales era si se libraba saliente de guardia, si se podía descansar durante la guardia, si podía seguir llevando una vida normal….¡Cuánto de fábulas infundadas acerca de nuestra especialidad!, no creo que partan de médicos intensivistas, sino de otros que nos ven como esos agentes (hablando en términos policiales) de operaciones especiales o difíciles que estamos las 24 horas disponibles para actuar en cualquier lugar y ante cualquier situación que no puede resolver nadie sino nosotros. Ya veréis que conforme pasan los años vuestros miedos se convertirán en temores, no por no haber hecho todo lo que estuviera en vuestras manos ante cualquier situación, sino en el temor a no dominar todos los aspectos de esta especialidad tan multidisciplinar.
La mayoría de los aspirantes a coger intensivos acaban preguntando ¿usted volvería a hacerse intensivista? Francamente, si lo que sé de esta especialidad lo hubiese sabido antes de elegirla, probablemente no, pero no porque no me guste, todo lo contrario, sino porque quizás me sentiría incapaz de llegar a adquirir todos los conocimientos y habilidades necesarias para el perfecto desempeño de la misma. Pero ahora que la he elegido y llevo ya más de 20 años en esto, creo que es la especialidad ideal para el médico generalista y activista dentro del hospital. Generalista, ya que no veremos nunca la enfermedad desde la óptica de un órgano afectado, sino que veremos a un paciente, de forma global, que atraviesa una situación crítica. Además activista, porque en nuestra especialidad no cuenta la espera, estamos siempre luchando con el enfermo, contra la enfermedad y la agresión para que la inflamación de tejidos y órganos sea la menos dañina posible.
Y, por último, ¿qué le pediría a nuestra sociedad científica, nuestra querida SEMICYUC, que es la que realmente tiene el poder y los medios?, pues que apoye, si cabe más, a las bases, a aquellos que empiezan, además de que pongan todo su esfuerzo en hacerse un hueco en la Universidad, habría que hacer más énfasis para que la Medicina Intensiva se encuentre en los planes de estudio universitarios, lo cual le daría un mayor prestigio académico. Además, de no bajar la guardia siguiendo con las campañas de conocimiento social a nivel de la población general como «La UCI da vida». Tengan en cuenta que todo ello no va a redundar sino en la pieza más importante de este entramado puzle que es el enfermo crítico.