Las heridas por arma blanca ocasionan un número considerable de heridos graves y muertes al año en nuestro país. No obstante, solo suponen el 0,4% de los traumatismos craneales, generando consecuencias devastadoras habitualmente hemorrágicas por su mecanismo lesional de baja velocidad1.
Se expone un caso de un paciente de 29 años trasladado por ambulancia medicalizada tras agresión con fines homicidas. Presentaba una herida incisa que penetraba por el malar izquierdo (fig. 1) alojando un arma blanca de 15cm en dicho territorio.
A la exploración se objetivó un nivel de conciencia correspondiente a Escala de Coma de Glasgow de 13, saturación periférica de oxígeno del 95%, presión arterial sistólica 100mmHg y frecuencia cardiaca 120 lpm.
Tras comprobar condiciones de estabilidad hemodinámica se realizó un estudio radiológico (figs. 2 y 3) y se decidió intervención quirúrgica urgente por probable compromiso de la vía aérea basado en la trayectoria del arma.
Imagen de tomografía axial computarizada (TAC) donde se muestra cuerpo extraño (cuchillo) que se introduce por región maxilar izquierda atravesando paladar duro y cavidad oral. Su punta provoca una subluxación de la articulación temporomandibular y lesión parafaríngea derecha con burbujas aéreas.
A su llegada a quirófano se monitorizó de forma habitual no invasiva y se realizó una inducción anestésica con propofol, fentanilo y succinilcolina así como intubación orotraqueal sin incidencias. Se administraron profilaxis antibiótica y antitetánica. Se extrajo el arma blanca, realizando una rigurosa hemostasia y suturas. Dado el probable edema de la vía aérea se decidió traslado a la unidad de cuidados intensivos intubado, con sedoanalgesia con midazolam y fentanilo y conectado a ventilación mecánica para extubación diferida.
El trauma grave es la sexta causa de muerte a nivel mundial2. Excepto en áreas de conflicto, los traumas penetrantes suponen menos del 15% de las muertes por traumatismos2. Según The Global Burden of Disease Study en 20102 los accidentes de tráfico constituyeron la causa más frecuente, con un 29% de la carga global de enfermedad por traumatismos. Solo el 9,16% presentaban como etiología la violencia interpersonal2.
La severidad de las lesiones intracraneales por arma blanca depende de la profundidad, trayectoria y localización1, pudiendo conllevar a un desenlace fatal como consecuencia de eventos hemorrágicos, infecciones (cuando atraviesan mucosas fundamentalmente) y lesiones neurológicas3,4. Se localizan con mayor frecuencia en el área periorbitaria y temporal1,3, constituyendo estas, las de mayor riesgo por su proximidad a estructuras vitales cerebrales y correspondiendo habitualmente a pacientes psiquiátricos con intentos autolíticos1.
Son más infrecuentes cuando presentan una naturaleza homicida. Ello puede afectar a cualquier área, como la vía aérea comprometiendo su permeabilidad por lesiones directas o por edema.
El manejo de esta entidad, así como en las heridas por arma de fuego5 implica a un amplio grupo de profesionales2 como los intensivistas, anestesiólogos, cirujanos maxilofaciales, radiólogos y neurocirujanos con el objetivo de descartar lesiones de la vía aérea, grandes vasos y cerebrales. Muchos pacientes son trasladados con una función neurológica intacta que puede crear una falsa sensación de seguridad y confusión a los profesionales que se encargan de su atención previo al estudio radiológico4 presentando un deterioro neurológico horas después. El pronóstico está condicionado por la detección precoz de laceración de grandes vasos intracraneales con la consecuente hemorragia cerebral masiva y la lesión directa de estructuras encefálicas4.
FinanciaciónDicho manuscrito carece de ningún tipo de financiación ni está sujeto a ningún tipo de ayuda económica.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.