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Vol. 29. Núm. 6.
Páginas 349-356 (agosto 2005)
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La resucitación cardiopulmonar en el hospital: recomendaciones 2005
Cardiopulmonary resuscitation in thehospital: recommendations 2005
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N. Perales Rodríguez de Viguria, JL. Pérez Velaa, A. Bernat Adellb, M. Cerdá Vilac, JA. Álvarez-Fernándezd, P. Arribas Lópeze, F. Latorre Artechef, A. Martínez Rubiog, J. Ortega Carnicerh, F. Fonseca San Migueli, A. Cárdenas Cruzj
a Hospital 12 de Octubre. Madrid. España.
b Hospital General. Castellón. España.
c Hospital de la Cruz Roja. L'Hospitalet de Llobregat. Barcelona. España.
d Hospital Hospiten Rambla. Santa Cruz de Tenerife. España.
e Servicio de Medicina Intensiva. Hospital 12 de Octubre. Madrid. España.
f Servicio de Medicina Intensiva. Hospital Vall d'Hebron. Barcelona. España.
g Departamento de Cardiología. Hospital Parc Taulí. Sabadell. Barcelona. España.
h Servicio de Medicina Intensiva. Hospital Virgen de Alarcos. Ciudad Real. España.
i Hospital de Santiago Apóstol. Vitoria. España.
j Hospital del Poniente. El Ejido. Almería. España.
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Las paradas cardíacas hospitalarias representan un problema de primera magnitud. Se considera que entre un 0,4% y un 2% de los pacientes ingresados precisan de las técnicas de resucitación cardiopulmonar (RCP). La mitad de estas paradas se producen fuera de las Áreas de Críticos y en la actualidad, en el mejor de los casos, sólo 1 de cada 6 pacientes tratados sobrevive y puede ser dado de alta. Existe la evidencia de que pueden disminuirse la mortalidad y las secuelas que originan las paradas cardiorrespiratorias si se disminuyen los retrasos en la respuesta asistencial, con la optimización de la "Cadena de la Supervivencia Hospitalaria". Es decir, con estrategias dirigidas a: a) la identificación y tratamiento temprano de las situaciones susceptibles de desencadenar una parada cardíaca; b) la detección precoz de la parada cardiorrespiratoria; c) la aplicación sin tardanza de la RCP básica; d) la desfibrilación temprana; e) el inicio en muy pocos minutos de la RCP avanzada, y f) el traslado asistido e ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos. La desfibrilación temprana es la "llave para la supervivencia"; los trastornos del ritmo son la causa desencadenante más frecuente de la parada cardíaca, aunque sólo en una de cada cuatro paradas hospitalarias se documenta una fibrilación ventricular. En esta situación cada minuto de retraso en realizar la desfibrilación disminuye las posibilidades de sobrevivir en un 7%-10%. En los últimos años se han introducido en los hospitales mecanismos para mejorar la respuesta a las paradas cardíacas. A pesar del camino recorrido, el esfuerzo no puede considerarse suficiente. Sirva de ejemplo que nuestros hospitales tendrían problemas para acreditarse si se le aplicaran los estándares contemplados por la Joint Commission for the Accreditation of Heathcare Organizations (JCAHO). El Plan Nacional de RCP de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), en colaboración con la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (SEEIUC) ha elaborado estas recomendaciones, con el fin de contribuir a disminuir la mortalidad, secuelas y costes que originan las paradas cardíacas hospitalarias. En ellas también se recogen las directrices realizadas por las Sociedades Científicas Internacionales, en concreto por la International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR), que agrupa prácticamente todas las organizaciones dedicadas a la resucitación a nivel mundial, incluido el European Resuscitation Council (ERC), que es la organización que adapta estas recomendaciones a nuestro ámbito y es en las que se basan las del Plan Nacional de RCP de la SEMICYUC. Además, en su elaboración se ha seguido la línea marcada, en unas recientes recomendaciones, por el Resuscitation Council del Reino Unido.
Palabras clave:
parada cardíaca hospitalaria, cadena de supervivencia, desfibrilación temprana, fibrilación ventricular
Abstract
Hospital cardiac arrest represent a first magnitude problem. It is considered that between 0.4% and 2% of the patients admitted require Cardiopulmonary Resuscitation (CRP) techniques. Half of these arrests are produced outside of the critical areas and presently, in the best of the cases, only 1 of every 6 patients treated survive and can be discharged. There is evidence that mortality and the sequels that cause the cardiorespiratory arrests can be decreased if delays in health care response are lessened, with the optimization of the "Hospital Survival Chain". That is, with strategies aimed at: a) early identification and treatment of situations susceptible of precipitating cardiac arrest; b) early detection of Cardiorespiratory Arrest; c) undelayed application of basic CPR; d) early defibrillation; e) initiation of advanced CPR within a few minutes, and f) assisted transfer and admission in Intensive Care Unit. Early defibrillation is the "key to survival". Rhythm disorders are the most frequent precipitating cause of cardiac arrest, although ventricular fibrillation is only documented in one of every four hospital cardiac arrests. In this situation, each minute of delay in performing the defibrillation decreases survival possibilities by 7%-10%. In recent years, mechanisms to improve response to cardiac arrests have been introduced in the hospitals. In spite of the distance traveled, the effort cannot be considered to be sufficient. The fact that our hospitals would have problems to become accredited if the standards contemplated by the Joint Commission for the Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO) were applied to them serves as an example. The CPR National Plan of the Spanish Society of Intensive, Critical and Coronary Unit Medicine (SEMICYUC), in collaboration with the Spanish Society of Intensive Nursing and Coronary Units (SEEIUC) has elaborated these recommendations in order to contribute towards decreasing mortality, sequels and costs arising from hospital heart arrests. In them, the guidelines made by the International Scientific Societies, specifically by the International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR), is collected. This practically groups all the organizations dedicated to worldwide resuscitation, including the European Resuscitation Council (ERC), which is the organization that adapts these recommendations to our setting and they are the ones on which the National Plan of CPR of the SEMICYUC are based. Furthermore, the line marked in some recent recommendations by the Resuscitation Council of the United Kingdom has been followed in its elaboration
Keywords:
in-hospital cardiac arrest, survival chain, early defibrillation, ventricular fibrillation
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INTRODUCCIÓN

Las paradas cardíacas que se presentan en los hospitales representan un problema social, sanitario y económico de gran magnitud. La literatura internacional considera que entre un 0,4% y un 2% de los pacientes ingresados y hasta un 30% de los fallecidos, precisan de las técnicas de resucitación cardiopulmonar (RCP)1-5. La mitad de estas paradas se producen fuera de las Áreas de Críticos y en la actualidad, en el mejor de los casos, sólo 1 de cada 6 pacientes tratados sobrevivirá y podrá ser dado de alta6-12.

Se estima que en Estados Unidos la cifra de pacientes que son tratados anualmente de una parada cardiorrespiratoria (PCR) intrahospitalaria es de 370.000 a 750.00013. En España, desconocemos el número de paradas cardíacas, subsidiarias de RCP, que se producen en nuestros hospitales, donde anualmente ingresan 4.794.000 pacientes14. Extrapolando los datos internacionales puede estimarse que supera ampliamente la cifra de las 18.000. En todo caso, al igual que sucede en otros países, la magnitud del problema desde el punto de vista de la Salud Pública es de tal calado que el número de muertos con el que se asocia supera ampliamente al generado por los accidentes15.

El sufrimiento humano que ocasionan las muertes prematuras por paradas cardíacas hospitalarias está fuera de toda consideración y no es cuantificable. Pero, en cambio, sí es medible su coste económico; así, en 1997 en Estados Unidos se estimó que era de 9.400 millones de dólares y además cada paciente que sufrió una PCR y fue reanimado con éxito generó un coste adicional de 17.700 dólares16.

Existe la evidencia de que puede disminuirse la mortalidad y las secuelas que originan las PCR si se mejora la respuesta asistencial, acortando los retrasos en la respuesta mediante la optimización de la "cadena de la supervivencia hospitalaria"17-20. Optimización que puede lograrse mediante estrategias dirigidas a21,22:

1. La detección y tratamiento precoz de las situaciones susceptibles de desencadenar una parada cardíaca.

2. El reconocimiento precoz de la PCR por el personal de enfermería.

3. La aplicación precoz y adecuada de las técnicas de soporte vital básico (SVB).

4. La desfibrilación temprana, con la utilización por el personal de enfermería de la desfibrilación semiautomática, fuera de las Áreas de Críticos23-25.

5. El inicio rápido y adecuado de las técnicas de soporte vital avanzado.

6. La instauración de unos cuidados posresucitación de calidad, con el traslado asistido e ingreso temprano en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Para el funcionamiento adecuado de esta cadena de supervivencia es necesario que se impliquen en la misma todo el personal del hospital. El entrenamiento de las técnicas de soporte vital del personal sanitario titulado genera un beneficio indiscutible, mejorando las tasas de supervivencia26-28.

La desfibrilación temprana es la "llave para la supervivencia"; los trastornos del ritmo son la causa desencadenante más frecuente de la PCR hospitalaria, al tiempo que al menos una de cada cuatro paradas hospitalarias está originada por una fibrilación ventricular29,30. En esta situación, cada minuto de retraso en realizar la desfibrilación disminuye las posibilidades de sobrevivir en un 7%-10%31,32. Para que la desfibrilación temprana sea posible, es necesario que el conocimiento del manejo de la desfibrilación semiautomática esté ampliamente difundido y que los equipos de desfibrilación estén estratégicamente distribuidos por el hospital.

En los últimos años se han introducido en los hospitales mecanismos para mejorar la respuesta a las paradas cardíacas. A pesar del camino recorrido el esfuerzo no puede considerarse suficiente. De hecho, nuestra estructura no responde a las recomendaciones internacionales, de forma que nuestros hospitales tendrían problemas para acreditarse si se les aplicaran los estándares de la Joint Commission for the Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO)33. Así:

1. No tienen definida una política para las "Órdenes de no resucitación", a pesar de que la ley 41/2002 reguló la implantación de las instrucciones previas y el derecho a rehusar la resucitación cardiopulmonar, que es el paradigma de estas directivas34.

2. No tienen definidos la política, procedimientos y procesos para la aplicación de la RCP.

3. No existen mapas de riesgo que permitan distribuir los equipamientos por las diversas áreas del hospital, de acuerdo con las necesidades potenciales de los pacientes.

4. Los programas de entrenamiento del personal están insuficientemente desarrollados.

5. No existe una revisión de los resultados que permita identificar oportunidades para mejorar en este campo.

6. No existe un registro que permita seguir la evolución anual de los resultados.

Los centros sanitarios tienen la obligación de proporcionar una atención eficaz a las víctimas de las paradas cardíacas y, por tanto, tienen que asegurar que sus plantillas reciben un entrenamiento regular y actualizado, de forma que cada trabajador mantenga un nivel de competencia acorde con su responsabilidad profesional. Las carencias en este campo tienen implicaciones clínicas y generan una situación de riesgo que puede desembocar en una grave negligencia, con las repercusiones sociales y jurídicas que ello representa.

El Plan Nacional de RCP de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) ha elaborado estas recomendaciones, en colaboración con la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (SEEIUC) con el fin de contribuir a disminuir la mortalidad, secuelas y costes que originan las paradas cardíacas hospitalarias. Este documento se ha realizado teniendo muy presente las características de nuestras instituciones sanitarias y las directrices de diversas Sociedades Científicas, como el International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR) que agrupa prácticamente todas las organizaciones dedicadas a la resucitación a nivel mundial, incluido el European Resuscitation Council (ERC), que es la organización que adapta estas recomendaciones a nuestro ámbito y es en las que se basan las del Plan Nacional de RCP de la SEMICYUC35-47. En su elaboración se ha seguido la línea marcada por otras instituciones de ámbito nacional, como el Resuscitation Council del Reino Unido48.

LA RESUCITACIÓN CARDIOPULMONAR EN EL HOSPITAL

1. Los hospitales deben establecer un Comité Interdisciplinario de RCP, responsable de la efectividad y calidad de la RCP en el centro.

2. El personal del hospital debe estar entrenado y, periódicamente, reciclado en RCP de acuerdo con sus niveles de competencia y responsabilidad.

3. La RCP temprana es una obligación del hospital moderno. Para alcanzarlo es preciso disponer de una adecuada organización, de un personal suficientemente entrenado y de unos equipos normalizados, estratégicamente distribuidos, y convenientemente mantenidos. Con todo ello, se podría lograr que la alarma y que la RCP básica fueran tempranas y que la RCP avanzada pudiera iniciarse con un retraso menor de 4 minutos desde la detección de la PCR.

4. Se deben instaurar programas de desfibrilación temprana en los hospitales y en los centros ambulatorios con el objetivo de lograr un intervalo colapso-descarga eléctrica igual o menor de 3 ± 1 minuto. Si este tiempo de respuesta no se alcanza con el equipo de resucitación convencional deberá plantearse la introducción de aparatos de desfibrilación semiautomática, entrenándose en su utilización al personal del hospital y muy especialmente a la enfermería.

5. La enfermería y los equipos médicos de guardia deben implicarse en una política activa de prevención de la PCR. Se debe evaluar la implementación de escalas sencillas de gravedad que posibiliten la detección temprana de los enfermos en riesgo.

6. Para minimizar los riesgos de PCR durante los traslados, el hospital debe contar con una sistemática para los transportes intrahospitalarios de los enfermos críticos. Para el transporte interhospitalario debe disponerse de protocolos comunes con los servicios de emergencias que efectúan estos traslados.

7. Se deben documentar los eventos de PCR hospitalarias para proporcionar una valoración precisa de las pr&aa

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