INTRODUCCIÓN
Las paradas cardíacas que se presentan en los hospitales representan un problema social, sanitario y económico de gran magnitud. La literatura internacional considera que entre un 0,4% y un 2% de los pacientes ingresados y hasta un 30% de los fallecidos, precisan de las técnicas de resucitación cardiopulmonar (RCP)1-5. La mitad de estas paradas se producen fuera de las Áreas de Críticos y en la actualidad, en el mejor de los casos, sólo 1 de cada 6 pacientes tratados sobrevivirá y podrá ser dado de alta6-12.
Se estima que en Estados Unidos la cifra de pacientes que son tratados anualmente de una parada cardiorrespiratoria (PCR) intrahospitalaria es de 370.000 a 750.00013. En España, desconocemos el número de paradas cardíacas, subsidiarias de RCP, que se producen en nuestros hospitales, donde anualmente ingresan 4.794.000 pacientes14. Extrapolando los datos internacionales puede estimarse que supera ampliamente la cifra de las 18.000. En todo caso, al igual que sucede en otros países, la magnitud del problema desde el punto de vista de la Salud Pública es de tal calado que el número de muertos con el que se asocia supera ampliamente al generado por los accidentes15.
El sufrimiento humano que ocasionan las muertes prematuras por paradas cardíacas hospitalarias está fuera de toda consideración y no es cuantificable. Pero, en cambio, sí es medible su coste económico; así, en 1997 en Estados Unidos se estimó que era de 9.400 millones de dólares y además cada paciente que sufrió una PCR y fue reanimado con éxito generó un coste adicional de 17.700 dólares16.
Existe la evidencia de que puede disminuirse la mortalidad y las secuelas que originan las PCR si se mejora la respuesta asistencial, acortando los retrasos en la respuesta mediante la optimización de la "cadena de la supervivencia hospitalaria"17-20. Optimización que puede lograrse mediante estrategias dirigidas a21,22:
1. La detección y tratamiento precoz de las situaciones susceptibles de desencadenar una parada cardíaca.
2. El reconocimiento precoz de la PCR por el personal de enfermería.
3. La aplicación precoz y adecuada de las técnicas de soporte vital básico (SVB).
4. La desfibrilación temprana, con la utilización por el personal de enfermería de la desfibrilación semiautomática, fuera de las Áreas de Críticos23-25.
5. El inicio rápido y adecuado de las técnicas de soporte vital avanzado.
6. La instauración de unos cuidados posresucitación de calidad, con el traslado asistido e ingreso temprano en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Para el funcionamiento adecuado de esta cadena de supervivencia es necesario que se impliquen en la misma todo el personal del hospital. El entrenamiento de las técnicas de soporte vital del personal sanitario titulado genera un beneficio indiscutible, mejorando las tasas de supervivencia26-28.
La desfibrilación temprana es la "llave para la supervivencia"; los trastornos del ritmo son la causa desencadenante más frecuente de la PCR hospitalaria, al tiempo que al menos una de cada cuatro paradas hospitalarias está originada por una fibrilación ventricular29,30. En esta situación, cada minuto de retraso en realizar la desfibrilación disminuye las posibilidades de sobrevivir en un 7%-10%31,32. Para que la desfibrilación temprana sea posible, es necesario que el conocimiento del manejo de la desfibrilación semiautomática esté ampliamente difundido y que los equipos de desfibrilación estén estratégicamente distribuidos por el hospital.
En los últimos años se han introducido en los hospitales mecanismos para mejorar la respuesta a las paradas cardíacas. A pesar del camino recorrido el esfuerzo no puede considerarse suficiente. De hecho, nuestra estructura no responde a las recomendaciones internacionales, de forma que nuestros hospitales tendrían problemas para acreditarse si se les aplicaran los estándares de la Joint Commission for the Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO)33. Así:
1. No tienen definida una política para las "Órdenes de no resucitación", a pesar de que la ley 41/2002 reguló la implantación de las instrucciones previas y el derecho a rehusar la resucitación cardiopulmonar, que es el paradigma de estas directivas34.
2. No tienen definidos la política, procedimientos y procesos para la aplicación de la RCP.
3. No existen mapas de riesgo que permitan distribuir los equipamientos por las diversas áreas del hospital, de acuerdo con las necesidades potenciales de los pacientes.
4. Los programas de entrenamiento del personal están insuficientemente desarrollados.
5. No existe una revisión de los resultados que permita identificar oportunidades para mejorar en este campo.
6. No existe un registro que permita seguir la evolución anual de los resultados.
Los centros sanitarios tienen la obligación de proporcionar una atención eficaz a las víctimas de las paradas cardíacas y, por tanto, tienen que asegurar que sus plantillas reciben un entrenamiento regular y actualizado, de forma que cada trabajador mantenga un nivel de competencia acorde con su responsabilidad profesional. Las carencias en este campo tienen implicaciones clínicas y generan una situación de riesgo que puede desembocar en una grave negligencia, con las repercusiones sociales y jurídicas que ello representa.
El Plan Nacional de RCP de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) ha elaborado estas recomendaciones, en colaboración con la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (SEEIUC) con el fin de contribuir a disminuir la mortalidad, secuelas y costes que originan las paradas cardíacas hospitalarias. Este documento se ha realizado teniendo muy presente las características de nuestras instituciones sanitarias y las directrices de diversas Sociedades Científicas, como el International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR) que agrupa prácticamente todas las organizaciones dedicadas a la resucitación a nivel mundial, incluido el European Resuscitation Council (ERC), que es la organización que adapta estas recomendaciones a nuestro ámbito y es en las que se basan las del Plan Nacional de RCP de la SEMICYUC35-47. En su elaboración se ha seguido la línea marcada por otras instituciones de ámbito nacional, como el Resuscitation Council del Reino Unido48.
LA RESUCITACIÓN CARDIOPULMONAR EN EL HOSPITAL
1. Los hospitales deben establecer un Comité Interdisciplinario de RCP, responsable de la efectividad y calidad de la RCP en el centro.
2. El personal del hospital debe estar entrenado y, periódicamente, reciclado en RCP de acuerdo con sus niveles de competencia y responsabilidad.
3. La RCP temprana es una obligación del hospital moderno. Para alcanzarlo es preciso disponer de una adecuada organización, de un personal suficientemente entrenado y de unos equipos normalizados, estratégicamente distribuidos, y convenientemente mantenidos. Con todo ello, se podría lograr que la alarma y que la RCP básica fueran tempranas y que la RCP avanzada pudiera iniciarse con un retraso menor de 4 minutos desde la detección de la PCR.
4. Se deben instaurar programas de desfibrilación temprana en los hospitales y en los centros ambulatorios con el objetivo de lograr un intervalo colapso-descarga eléctrica igual o menor de 3 ± 1 minuto. Si este tiempo de respuesta no se alcanza con el equipo de resucitación convencional deberá plantearse la introducción de aparatos de desfibrilación semiautomática, entrenándose en su utilización al personal del hospital y muy especialmente a la enfermería.
5. La enfermería y los equipos médicos de guardia deben implicarse en una política activa de prevención de la PCR. Se debe evaluar la implementación de escalas sencillas de gravedad que posibiliten la detección temprana de los enfermos en riesgo.
6. Para minimizar los riesgos de PCR durante los traslados, el hospital debe contar con una sistemática para los transportes intrahospitalarios de los enfermos críticos. Para el transporte interhospitalario debe disponerse de protocolos comunes con los servicios de emergencias que efectúan estos traslados.
7. Se deben documentar los eventos de PCR hospitalarias para proporcionar una valoración precisa de las pr&aa