A pesar de las recomendaciones de la SECIP, realizadas inicialmente en 19801, la distribución geodemográfica española de las unidades dedicadas al niño crítico (UCIP) no es la deseada2. A su vez, sabemos que la incidencia de enfermos pediátricos que precisan asistencia intensiva es muy baja y, en un escenario de crisis socioeconómica como el actual, parece poco prudente exigir un mayor desarrollo autonómico de UCIP. Además, aun siendo diferentes la fisiopatología de los procesos infantiles y su evolución, la determinación de irrecuperabilidad, los sentimientos familiares y de los propios profesionales, incluso la formación y el título que la acompaña, hace que estos pacientes en determinadas circunstancias precisen ingreso en UMI de adultos, siendo tratados en estas o requiriendo estabilización para un adecuado traslado a la UCIP del hospital más cercano.
Hemos leído con muchísimo interés y estamos totalmente de acuerdo con Badía et al.3 cuando afirman que la atención ocasional de estos enfermos obliga a una adecuación material y docente del personal de las UMI para proporcionarles una correcta asistencia. Incluso recogiendo las limitaciones expresadas (análisis retrospectivo, tamaño muestral, características sociodemográficas, cambios en biotecnología y práctica clínica) los resultados positivos muestran que algunas UMI seguirán atendiendo a niños críticos esporádicamente, y esta necesidad evidencia la necesidad de poseer conocimientos y habilidades suficientes para prestar una asistencia adecuada.
En este sentido, queremos aportar los resultados obtenidos (tabla 1) por nuestra UMI del hoy Hospital Universitario de Álava (Vitoria) en 1981-844 y que, a pesar de los cambios y las tecnologías introducidas, son perfectamente corroborados por Badía3. Nuestro centro (634 camas) disponía de un Servicio de Pediatría con 82 camas y Unidad de Neonatología pero sin UCIP. La necesidad de ofrecer soportes intensivos a pacientes pediátricos críticos nos obligó a mantener una estrecha relación con ese servicio, protocolizando conjuntamente procesos y técnicas, de forma que la demanda eventual por un niño pudiera ser efectiva y eficientemente atendida.
Variables demográficas, clínicas y de gestión del Hospital Universitario «Arnau de Villanova» y Hospital Universitario de Álava
HUAV (Lérida) | HUA (Vitoria) | |
Período de estudio (años) | 14 (1997-2010) | 4 (1981-1984) |
Edad pediátrica (años) | 0-14 | 0-12 |
Número de pacientes | 130 | 48 |
Número/año | 10 | 12 |
Sexo | 31 niños/17 niñas | |
Edad media (rango) | 6,1 años (1 mes-14 años) | 4,7 años (niños: 7 meses-12 años; niñas: 15 días-8 años) |
Traumatizados (%) | 26,9 | 8,3 |
Sépticos (%) | 22,3 | 37,5 |
Respiratorios (%) | 19,2 | 16,6 |
Neurológicos (%) | 19,5 | 20,8 |
Otros (%) | 14,6 | 16,6 |
Ventilación mecánica (%) | 58,5 | 58,0 |
Vasoactivos (%) | 20,0 | 54,0 |
Traslado (%) | 64,6 | 14,5 |
Mortalidad intra-UMI (%) | 13,1 | 14,5 |
Porcentaje sobre adultos | 2,7 | 1,8 |
Estancia media (horas) | 44,5 | 49,5 |
HUA: Hospital Universitario de Álava, Vitoria-Gasteiz; HUAV: Hospital Universitario Arnau de Vilanova, Lérida.
La ventilación mecánica (58%) fue realizada en la UMI con tecnología propia, con media de 68 h y 19 días la más prolongada (polineuritis posrubeólica). Se trasladó (medicamente asistidos) a 7 niños, 4 para cirugía torácica/cardíaca, 2 grandes quemados y un neuroquirúrgico. La mortalidad fue 14,5% (5 sepsis meningocócica/fracaso multiorgánico, una sepsis abdominal posquirúrgica y una muerte súbita del lactante). Como durante nuestro estudio todavía no se habían elaborado índices pronósticos, fue necesario confeccionar alguno como los factores precoces de mortalidad en la sepsis meningocócica grave5 el proceso más prevalente (entre nuestros niños críticos).
Compartimos y ratificamos las opiniones de Badía et al., aconsejando atender estos niños en UMI por personal propio pero con la colaboración directa de pediatras, y enfatizamos la necesidad de mejorar conocimientos fisiopatológicos e incrementar habilidades técnicas pediátricas, tanto médicas como de enfermería. La formación de residentes de ambas especialidades en CIP es fundamental. No obstante, somos conscientes de los nuevos perfiles de los procesos que actualmente requieren soportes intensivos y propugnamos también el traslado estabilizado. Que la necesidad permanezca 32 años después significa que no hay alternativa, y que la respuesta se ha consolidado en la cartera de servicios de las UMI. Estemos preparados…