La parada cardiorrespiratoria (PCR) con actividad eléctrica sin pulso (AEP) es una situación relativamente frecuente, tanto en la planta hospitalaria como en el servicio de urgencias. A partir del desarrollo y la implementación de los protocolos de reanimación (AHA, ERC, ILCOR)1–3, las muertes por fibrilación ventricular (FV) han disminuido sustancialmente; sin embargo, la prevalencia de la AEP ha aumentado4. A diferencia de la PCR por FV en la que el tratamiento va dirigido a interrumpir la arritmia, en la AEP el éxito de la reanimación pasa por identificar y corregir el proceso que ha causado la parada. Hace ya tiempo que se conocen las causas más prevalentes de AEP5: hipoxia, hipovolemia, neumotórax a tensión, taponamiento cardiaco y embolia pulmonar masiva. No obstante, en la práctica, el reconocimiento de estas entidades en el contexto de la PCR contando únicamente con el examen físico y el electrocardiograma (ECG) es con frecuencia difícil y como su tratamiento implica casi siempre medidas invasivas o potencialmente lesivas para el paciente, muchos médicos se inhiben ante la duda.
Presentamos el caso de un paciente varón de 65 años de edad con hipertrofia benigna de próstata al que se realizó una resección transuretral. Treinta y seis horas después de la intervención, desde la planta, se solicitó la presencia del médico de urgencias por síncope. A su llegada el paciente se encontraba en situación de parada cardiorrespiratoria. Se inició la reanimación, el enfermo fue intubado y monitorizado. En ese momento presentaba una fibrilación auricular con frecuencia ventricular de 80 lat./min. Se realizó una ecocardiografía rápida por vía apical interrumpiendo brevemente la RCP y se observó que a pesar de la ausencia de pulso existía un resto de motilidad en el ventrículo izquierdo que aparecía colapsado, las cavidades derechas estaban muy dilatadas (fig. 1) e incluso se constató la presencia de reflujo tricuspídeo. Hallazgos compatibles con una embolia pulmonar masiva. Se administró un fibrinolítico (Tecneteplase) y se continuó con la reanimación. El paciente recuperó el pulso 20 min más tarde y pudo ser trasladado a unidad de cuidados intensivos.
Hoy en día la utilización de ecógrafos portátiles en situaciones de PCR permite a los médicos adoptar actitudes más agresivas contando con diagnósticos más precisos. El empleo de la ecografía durante la PCR no tiene por qué interferir con el proceso de reanimación; sin embargo, no existía ningún protocolo estandarizado hasta la publicación del estudio CAUSE6.
El protocolo CAUSE está diseñado para diagnosticar las 4 causas principales de PCR no arritmogénica usando una proyección de 4 cámaras del corazón (apical o subxifoidea) y una proyección torácica a través del segundo espacio intercostal en la línea medioclavicular.
Adicionalmente la ecocardiografía es útil para reconocer la «asistolia verdadera» en la que, independientemente de la existencia o no de actividad eléctrica, no se observa ningún tipo de movimiento en las cavidades cardiacas ni en las válvulas; en estos casos las posibilidades de recuperación son prácticamente nulas7, y la ecocardiografía podría tomarse como base para indicar el cese de la reanimación.