En 1983 Weinberg et al. publicaron los primeros casos de niños intoxicados por cannabis. Se ha documentado un aumento del número de casos en relación con los efectos adversos de esta droga en adultos y, paralelamente, se describen más casos en la edad pediátrica1,2. Los síntomas de la intoxicación por cannabis incluyen: náuseas, vómitos, sequedad de la boca, sed, palidez, hiperemia conjuntival y midriasis. Produce alteraciones de la conducta que varían desde la euforia a la crisis depresiva y de pánico.
Se han descrito casos de intoxicación severa que cursan con coma o disminución importante del nivel de conciencia e incluso llegan a precisar ventilación mecánica3,4.
La vía de administración más común es la inhalatoria. La exposición pasiva es más frecuente en recién nacidos y niños pequeños y las vías de contacto con la droga son: 1) la exposición transplacentaria durante el embarazo; 2) la vía oral a través de la lactancia materna o el consumo activo de restos de los productos que contienen la droga; o 3) el aire al compartir un espacio con humo derivado del consumo fumado de cannabis con tabaco.
Lactante de 4 meses de edad, previamente sana, que acude al Servicio de Urgencias acompañada por sus padres por presentar un cuadro de obnubilación de 4h de evolución. No refiere síntomas acompañantes del tipo vómitos o fiebre, no toma medicación en el momento actual ni tiene antecedentes de traumatismo craneal previo. Alimentación con lactancia materna exclusiva con rechazo en las últimas tomas. Embarazo y parto normales. Vacunación según el calendario.
En la exploración física destacaban: estado general regular, estado comatoso con respuesta a estímulos enlentecida e hipotonía generalizada. No tenía signos de focalidad neurológica. Pupilas midriátricas y poco reactivas. Escala de Glasgow modificada para lactantes de 8 (ojos: 2; verbal: 3; motor: 3). El resto de la exploración por aparatos fue normal. Constantes: temperatura 36,4°C, frecuencia cardiaca 145lat/min, frecuencia respiratoria 20resp/min, presión arterial 86/45(59)mmHg y saturación de oxígeno del 88% con aire ambiente.
Se administra oxigenoterapia en gafas nasales y se canaliza la vía venosa periférica.
Durante su estancia en Urgencias de Pediatría realiza un episodio convulsivo con hipertonía de las extremidades y una posición en opistótonos con la mirada fija de aproximadamente 3min de duración que cede con un bolo de midazolam a 0,15mg/kg. Se traslada a la UCI de Pediatría para la monitorización.
Se extrae una analítica sanguínea: leucocitos 12.400/μl (granulocitos: 12%, linfocitos: 74%), hemoglobina 12,7g/dl, iones, glucemia, procalcitonina, proteína C reactiva, lactato y amonio normales. Gasometría: pH 7,38, pCO2 48,5, PO2 80mmHg, bicarbonato 19nmol/l, exceso de base −5. Bioquímica de líquido cefalorraquídeo normal.
A su llegada a la UCI se inicia una sueroterapia a necesidades basales y una oxigenoterapia con gafas nasales de alto flujo a 9lpm con una concentración de oxígeno del 40% para mantener saturaciones normales. Presenta un nuevo episodio convulsivo de semejantes características al anterior y de menor duración que cede con otro bolo de midazolam i.v. a 0,15mg/kg. Ante el cuadro clínico se realiza una TAC craneal urgente que es informada como normal. Se realiza una determinación de tóxicos en la orina mediante un test de inmunoensayo por cromatografía con resultados positivos para THC y resto de tóxicos negativos. Al conocer los resultados del test de tóxicos positivos para THC se informó a los padres y estos reconocieron fumar cannabis dentro de la casa y además la madre amamantar al lactante.
El paciente permanece en estado comatoso durante las siguientes 12h con una recuperación lentamente progresiva y presentando Glasgow de 15 a las 24h del ingreso. Se inicia una tolerancia oral sin incidencias, siendo dado de alta a su domicilio con exploración neurológica normal a los 4d de ingreso.
En la bibliografía médica hay pocos casos descritos de intoxicación por cannabis en la infancia y excepcional en lactantes tan pequeños como nuestro caso y aún menos los casos que se presentan con estado comatoso y convulsiones.
Debe ser considerada en niños previamente sanos que se presenten con síntomas neurológicos de inicio agudo y etiología desconocida, sobre todo cuando en el entorno familiar o ambiental se sospecha el consumo dado el aumento constante del consumo habitual de esta sustancia, e incluir el cribado de tóxicos en la orina en los pacientes con deterioro brusco del nivel de conciencia sin causa aparente5.
Se debe realizar un diagnóstico diferencial con infecciones del sistema nervioso como meningitis o encefalitis, sepsis, traumatismos craneales, alteraciones metabólicas (hipoglucemia, hipernatremia o hiponatremia, alteraciones del láctico, amonio y cetoacidosis diabética)6.
Asimismo, este tipo de intoxicación puede representar una negligencia en el cuidado parental, por lo que se debería poner en conocimiento judicial y de los servicios sociales.