Nosotros hemos leído con mucho interés el artículo original publicado por Abella et al., con relación al efecto que tiene el momento del ingreso sobre el pronóstico de los pacientes en la unidad de cuidados intensivos (UCI)1. Los autores plantean varias hipótesis para explicar sus resultados. Sin embargo, queremos añadir una variable, que a nuestro juicio puede influir de forma importante en el pronóstico de los pacientes que ingresan en la UCI: el ritmo circadiano.
El oscilador endógeno que se considera que mayor implicación tiene en la regulación del ritmo circadiano es el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. La luz estimula la retina para modular la actividad de este núcleo, sintetizando la melatonina, un producto endocrino de la glándula pineal que se forma predominantemente durante la noche2. Las concentraciones de melatonina en el suero de los individuos sanos alcanzan valores entre 75-150pg/ml durante la noche, mientras que durante el día los valores son muy inferiores3. La evidencia científica acumulada documenta el papel crucial que desempeña la melatonina en diversos procesos fisiopatológicos cardiovasculares: esta indolamina tiene funciones antiinflamatorias, antioxidantes, antihipertensivas y posiblemente antilipémicas3. Hay una relación estrecha entre el correcto funcionamiento de su ritmo circadiano y el estado de salud de los individuos. La principal característica de los trastornos por causas circadianas es una alineación errónea entre el patrón del sueño del sujeto y el deseable a la normativa convenida socialmente4.
Es cierto que la hospitalización, por sí sola, afecta al patrón del sueño del individuo, sin embargo en las UCI donde se manejan pacientes con condiciones complejas de salud que requieren soporte y seguimiento especializado, se incrementan las alteraciones del ritmo sueño-vigilia4. Las alteraciones del ritmo circadiano desencadena, entre otros, trastornos en la modulación de la respuesta inmunológica haciendo al paciente más susceptible de presentar infecciones; además, de un desequilibrio entre el control del sistema simpático y parasimpático aumentando el riesgo de presentar hipotensión o hipertensión, taquicardia, aumento del consumo de oxígeno, hipoxemia, fatiga muscular y disminución de la eritropoyesis5.
Por ello, otra de las hipótesis que nosotros planteamos para Abella et al.1, es que el ritmo circadiano alterado por la privación del sueño puede repercutir de forma negativa en los aspectos físicos, psicológicos y de conducta, pudiendo retrasar, en muchas ocasiones, el proceso de recuperación de la enfermedad y, por lo tanto, aumentando la mortalidad y la estancia de los pacientes en estas unidades. Por tal razón, es fundamental la valoración integral del patrón del sueño, en la cual se identifiquen los factores precipitantes y predisponentes, con el fin de promover un entorno que facilite la mejora y la recuperación en el paciente crítico.
FinanciaciónEste trabajo fue financiado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), (PI15/01260), Subdirección General de Evaluación y Fomento de la Investigación, Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016 y Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.