Aproximadamente un 15-25% de la población adulta presenta un foramen oval permeable (FOP), un defecto del septo interauricular que, en pacientes con antecedentes previos de accidente cerebrovascular isquémico, puede ser considerado para su cierre1. Los estudios aleatorizados han demostrado una tendencia a la reducción de los eventos embólicos cerebrales con el cierre percutáneo del FOP frente al tratamiento médico2,3. Esto ha favorecido la implantación de distintos dispositivos de cierre, procedimiento que se caracteriza por tener una tasa baja de complicaciones (4-12%), siendo solo un 0,1% de ellas letales4,5.
Presentamos el caso de una mujer de 32 años que acudió al servicio de urgencias de nuestro centro tras haber sufrido un síncope precedido de un dolor torácico agudo. Entre sus antecedentes personales figuraba un accidente isquémico transitorio, a raíz del cual había sido diagnosticada de un FOP que se había tratado, 4 meses antes, de manera percutánea mediante la implantación de un dispositivo ATRIASEPT (Cardia, Eagan, MN, EE.UU.).
A su llegada a urgencias la paciente se encontraba hipotensa (60/40mmHg) y su puntuación en la escala de Glasgow (GCS) era de 14. Progresivamente su nivel de conciencia se deterioró, el GCS cayó a 9, persistiendo la hipotensión arterial a pesar de la resucitación con volumen. Ante la presencia de shock refractario se procedió a la intubación orotraqueal y se inició una perfusión de noradrenalina. Llamaba la atención una importante ingurgitación yugular por lo que, ante la sospecha de taponamiento cardiaco, se solicitó un ecocardiograma transtorácico que confirmó el diagnóstico.
A pesar de varios intentos fallidos de pericardiocentesis la paciente entró en parada cardiaca, que fue tratada con maniobras de resucitación avanzada y con la realización de una ventana pericárdica, junto con masaje cardiaco interno en el servicio de urgencias. Tras la recuperación del pulso se procedió a su traslado a quirófano para la realización de una esternotomía media, tras la cual se apreció la presencia de 2 laceraciones: la primera en la pared medial de la aorta y la segunda en el techo de la aurícula derecha. El dispositivo ATRIASEPT era visible a través de la laceración del techo de la aurícula y se consideró como responsable de las 2 perforaciones, que fueron suturadas en el momento. Dada la gravedad de la situación de la enferma, la retirada del dispositivo fue pospuesta y la paciente ingresó en la UCI.
Durante su ingreso en la UCI la situación hemodinámica mejoró de forma progresiva, permitiendo una rápida retirada de las catecolaminas y su extubación al séptimo día. Como complicaciones añadidas sufrió un fracaso renal agudo que requirió de técnicas continuas de reemplazo renal. Tras 15 días de evolución pasó nuevamente a quirófano para la retirada del dispositivo ATRIASEPT y el cierre definitivo del FOP. Tras examinar cuidadosamente el dispositivo se confirmó la fractura de uno de los anillos metálicos del ATRIASEPT, que se consideró responsable de las lesiones ocasionadas a nivel cardiaco y aórtico (fig. 1). El postoperatorio transcurrió sin incidencias y fue dada de alta tras 18 días de ingreso en la UCI y 24 de ingreso hospitalario, con un ecocardiograma y una función renal normales y sin secuelas neurológicas.
Como se ha mencionado previamente, el cierre percutáneo del FOP conlleva una baja tasa de complicaciones. La aparición de laceraciones cardiacas causadas por dispositivos usados para el cierre de defectos interauriculares normalmente se asocia con una distancia al borde aórtico anterosuperior deficiente, o con la colocación de un dispositivo de un tamaño mayor al adecuado4. En nuestra paciente las características anatómicas intrínsecas al FOP hacen que la distancia al borde aórtico superior fuese adecuada, y el pequeño tamaño del dispositivo implantado (20mm) y su correcta colocación asegurada mediante ecocardiografía transesofágica intraprocedimiento excluyeron de forma razonable el segundo de los supuestos.
El dispositivo ATRIASEPT ha sido ampliamente valorado para el cierre percutáneo de defectos interauriculares y, aunque se ha asociado con otros casos de taponamiento cardiaco, ninguno de ellos ha tenido como resultado una parada cardiaca asociada6–10. Así mismo es el primer caso descrito con un dispositivo de este tamaño.
Creemos por lo tanto que, a pesar de su baja frecuencia, el taponamiento cardiaco asociado al cierre percutáneo del FOP debe de ser conocido como una de las posibles complicaciones letales asociadas a este procedimiento, pudiendo poner en peligro la vida del enfermo.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener conflicto de intereses en relación con esta publicación.