Hemos leído con mucho interés el artículo Características de la ventilación no invasiva prolongada en los servicios de urgencias hospitalarios y su impacto en la eficacia. Análisis del registro VNICat de Arranz et al.1 y ante todo felicitar a los autores por su interesante trabajo al que nos gustaría aportar algunas ideas.
Los autores hablan de que se utilizaron ventiladores específicos para ventilación no invasiva y como variables relacionadas con el modo ventilatorio la presión soporte (PS), la presión positiva al final de la espiración (PEEP), la presión contínua en vía aérea (CPAP) y el valor de la presión titulada. Pensamos que sería deseable que se hubiesen anotado los modelo de ventilador (en limitaciones se enuncian diferentes recursos hospitalarios) ya que por las variables recogidas suponemos que se utilizó como modo ventilatorio el de PS sobre PEEP aunque en la tabla de resultados aparece junto al de CPAP el término EPAP y ello podría llevarnos a entender que el modo ventilatorio usado fuera el doble nivel de presión (B-PAP) donde la programación es diferente. Sabemos que el apoyo ventilatorio que recibe el paciente es el valor de PS pero la programación difiere. Esto podría llevar a confusiones no deseadas al planificar el apoyo ventilatorio2.
A la hora de recoger los resultados en la tabla 1 se enuncia la media y desviación estándar de 2 valores (EPAP o CPAP) cuyo significado mecánico es diferente. La EPAP actúa en un momento concreto del ciclo ventilatorio para evitar el colapso alveolar fisiológico y por lo tanto para reclutar alveolos mejorando la oxigenación, pero la CPAP actúa de forma constante en vía aérea sobre el ciclo ventilatorio del paciente. Por este motivo pensamos que deberían estar separados en la tabla3.
La definición de éxito como la retirada del apoyo ventilatorio en el servicio de urgencias hospitalarias (SUH) de la ventilación no invasiva nos invita a realizar una reflexión; en algunos pacientes con edema agudo de pulmón podría aplicarse como éxito la retirada del apoyo ventilatorio en forma de CPAP en el SUH, pero esto no es aplicable a pacientes con patología crónica pulmonar (EPOC), sobre todo si se asocia acidosis respiratoria, ya que precisan de más de 12h de apoyo ventilatorio en la mayoría de las ocasiones, y donde el éxito viene definido por la continuidad entre el SUH y el destino posterior. Así pensamos que un dato que podría haberse recogido hubiese sido el porcentaje de pacientes que ingresan con apoyo ventilatorio, nunca entendido como fracaso sino como continuidad del tratamiento4.
Los autores apuntan como factor de riesgo de ventilación no invasiva prolongada en urgencias la diabetes mellitus. Hubiese sido interesante recoger variables relacionadas de forma objetiva con apoyo ventilatorio prolongado y fracaso de la técnica, como el índice de oxigenación (relación PaO2/FiO2), índice de HACOR, valor del pH, frecuencia respiratoria, mal control de secreciones o rechazo a la interfase5.
Es de destacar la interesante aportación de los autores sobre la necesidad de formación continua del profesional sanitario en los SUH, dotación de recursos y participación activa de los urgenciólogos en proyectos multidisciplinares como las unidades de cuidados intermedios respiratorios y unidades de cuidados intensivos «abiertas» o extendidas6.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener conflicto de intereses.