Agradecemos la carta sobre el «Documento de consenso de la traqueotomía en pacientes COVID-19»1 y felicitamos a los autores por la iniciativa en la búsqueda de herramientas para reducir el riesgo de los profesionales sanitarios en la atención de estos pacientes.
Compartimos la necesidad de extremar las precauciones en pacientes con infección por SARS-CoV-2, especialmente durante procedimientos de alto riesgo. Se han establecido recomendaciones específicas sobre el uso de equipos de protección individual (EPI) ajustados a cada situación clínica. El alto riesgo de contagio en procedimientos como la intubación, la traqueotomía o la broncoscopia, junto con la disponibilidad reducida de EPI, ha propiciado el diseño de dispositivos como medidas de barrera para reducir el riesgo de contagio.
«La caja de aerosol» se desarrolló inicialmente para la intubación de pacientes COVID-19 con el objetivo de disminuir la diseminación de aerosoles2. Su uso no ha estado exento de críticas, mostrando limitaciones, tales como la dificultad en casos de vía aérea difícil, la limitación del movimiento para los operadores y asistentes, la dificultad de colocar o reposicionar el dispositivo en caso de emergencia, pudiendo incluso lesionar al paciente, la visibilidad reducida, la posibilidad de contaminación cruzada si la desinfección del dispositivo no es adecuada o el riesgo de contagio en el momento de su retirada3. Se han utilizado otros dispositivos barrera como pantallas de plástico con una mayor maniobrabilidad y visualización o sistemas de succión para reducir la carga viral y la propagación de aerosoles.
A partir de estas experiencias se han realizado prototipos de dispositivos que han ido mejorando su ergonomía, forma, tamaño, tipo de material, modificando su diseño inicial, adecuándolo a las necesidades clínicas y solventando algunas de las limitaciones anteriormente descritas. El uso de materiales más flexibles, con forma curvada han mejorado la visibilidad y evitado problemas de limpieza. Se han incorporado puertos accesorios para la participación de asistentes o introducción de equipos con sistemas de sellado que reducen el riesgo de escape de partículas virales o sistemas que aumentan la estabilidad de los dispositivos4.
El uso de estos elementos barreras se ha extendido a procedimientos como la traqueotomía como muestran los autores y otras experiencias5, y que pueden mejorar la seguridad de uno de los procedimientos con mayor riesgo y más frecuentes durante estos meses en los pacientes con COVID-19.
A pesar de la mejora continua en el diseño de estos dispositivos, la aparente mayor seguridad y confianza de los profesionales no debe reducir las precauciones en el uso de los EPI y otras medidas de protección estándar y debe asegurarse la formación de los profesionales en el uso de estos dispositivos. La simulación puede constituir una excelente herramienta para la validación de estos dispositivos y el entrenamiento de los profesionales en su uso.
Esta necesaria innovación surgida en momentos de alta presión y saturación del sistema sanitario debe consolidarse en un futuro próximo, para asegurar que estos dispositivos médicos se regulen, fabriquen, evalúen y utilicen siguiendo los requisitos de calidad y seguridad habituales sin generar nuevos riesgos. Para ello es necesario la participación de equipos multidisciplinares en el diseño y fabricación de estos dispositivos aunando experiencia clínica y tecnológica.
Su incorporación en la práctica clínica debe acompañarse de resultados clínicos que demuestren su efectividad en reducir las tasas de infección o la reducción de la carga viral cuantitativa en los EPI y en el ambiente sin comprometer la seguridad de los procedimientos para los que han sido diseñados.
FinanciaciónLos autores declaran no haber recibido financiación para la realización de este trabajo.