Agradecemos el interés en nuestra carta1 que los firmantes del comentario han mostrado, y a usted mismo y al Comité Editorial de Medicina Intensiva la oportunidad de responder a él.
Por una parte, estamos de acuerdo en que los procedimientos de ablación son causa de bloqueo auriculoventricular (AV) yatrógeno2, siendo sin embargo, una complicación poco frecuente. En el último Registro Español de ablación con catéter del año 2011 publicado por la Sección de Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología, de un total de 1.813 procedimientos de ablación de vías accesorias se produjo bloqueo AV con necesidad de marcapasos definitivo en 4 casos3. En nuestro paciente como ya argumentamos existen una serie de datos que apoyan la relación entre el bloqueo AV y la radioterapia, y no consideramos la ablación entre las posibles causas del bloqueo AV, dado que ocurrió 4 años después de la ablación y, además, en este caso se trataba de una vía posterolateral izquierda que está alejada del sistema de conducción normal como para considerar esta posibilidad. Esta complicación se ha descrito fundamentalmente cuando la localización de la vía accesoria es perihisiana o medioseptal, habiéndose propuesto la utilización de crioablación en vez de radiofrecuencia para minimizar el riesgo4.
Por otra parte, en nuestro paciente no se realizó un estudio electrofisiológico (EEF) exhaustivo, sino que directamente se procedió a la ablación de la vía accesoria. No creemos que la realización de un estudio electrofisiológico exhaustivo en este caso hubiese cambiado la actitud terapéutica y evolución posterior, ya que nuestro paciente estaba muy sintomático por episodios de palpitaciones secundarios a taquicardia ortodrómica mediada por vía accesoria, lo cual se considera una indicación clase i para ablación5 según las guías europeas y americanas, y no había otra alternativa. Nuestro paciente no había presentado ningún episodio sincopal previo que hiciese sospechar de un trastorno de conducción en el momento de realizarse la ablación y, además, en caso de vías accesorias con buena capacidad de conducción, es posible que no se manifieste el bloqueo durante el EEF, sino solo después de la ablación de la vía accesoria. Además, presuponer que la vía accesoria sería suficiente para suplir la demanda cronotrópica de un varón joven requeriría una conducción anterógrada por la vía que fuese excepcional, lo que incrementa el riesgo de fibrilación auricular preexcitada y muerte súbita.